Había una vez, una jirafa, un monito gracioso y un pajarito que no sabía volar.
Un soleado día, en la selva, el pequeño pajarito, intentaba alcanzar fruta de un árbol para comer.
Entonces, el pajarito llamó a su mejor amigo, el monito gracioso y le dijo:
-¡Buenos días amigo monito! No alcanzo aquella fruta de allí, ¿me la puedes coger?
Y él le contestó:
-¡Pues claro que sí! Pero…creo que soy demasiado bajito. De todos modos, lo intentaré.
Y lo intentó.
-¡Huy! Jo, creo que no llego- dijo el monito.
El pajarito se lamentó:
-Pues nada, déjalo, ¡y yo que tenía tanta hambre…!
El monito, al oír aquellas palabras, lo alegró diciéndole:
-¡No te preocupes! Llamaré a mi amiga la jirafa. Seguro que ella si que llega.
Y el pajarito exclamó:
-¡Muchísimas gracias! Ahora si que no pasaré hambre.
Habiendo llamado ya a la jirafa, esta también lo intentó, pero tampoco lo consiguió.
Pero…¡El pajarito tuvo una gran idea!:
Chicos, ¿qué os parece si nos montamos unos encima de otros y comemos todos?
Ellos exclamaron llenos de alegría:
-¡Sí! ¡Qué gran idea has tenido!
-¡Cómo mola! ¡Yo nunca lo he hecho!
¡Y comieron hasta casi explotar de comida!
FIN